jueves, junio 03, 2010

Hugo Godoy reconoció a torturadores de la U9 y el tribunal sancionó al “Oso” Acuña

El penitenciario acusado volvió a provocar al público con la "V" de la victoria en alto

Fuente:  Diario
DIAGONALES 

 
 

Hugo "Cachorro" Godoy se abraza con Víctor De Genaro (izquierda), frente a la sede de la ex Amia, donde se desarrolla el juicio

Sanciones, llantos, aplausos y emociones en búsqueda de verdad, la memoria y la justicia fue el saldo que dejó ayer la declaración del dirigente gremial Hugo "Cachorro" Godoy durante una nueva jornada del juicio oral y público a catorce penitenciarios que cumplieron funciones en la Unidad 9 de La Plata durante la última dictadura, realizada en la ex sede de AMIA de 4 entre 51 y 53.

A las 12.35 el secretario general de ATE y CTA provincia de Buenos Aires se sentó frente a los jueces del Tribunal Oral Federal 1 platense para testimoniar sobre sus más de siete años de detención que sufrió entre agosto de 1975 y octubre de 1982, cuando abandonó el penal bajo la figura de "libertad vigilada".

Tras dar detalles de las torturas que sufrió junto a los presos políticos, se emocionó al recordar a los familiares de los ex detenidos que aun siguen desaparecidos o que fueron víctimas de torturas.

El tribunal, ante las lágrimas de Godoy, decidió hacer un cuarto intermedio y el público que colmó la sala de audiencias estalló en un cerrado aplauso, que fue contestado -como suele hacerlo cada vez que es increpado- por el acusado Héctor "el Oso" Acuña con la mano alzada, haciendo la "V" de la victoria, en un signo que fue interpretado como provocativo.

Los familiares de los presos se quejaron de los aplausos y los magistrados advirtieron con la posibilidad de continuar el juicio sin la presencia de público.

Al reanudar la audiencia, los jueces informaron que el imputado fue sancionado por esa actitud y, hasta nuevo aviso, no podrá permanecer en la sala de audiencias.

SIN DUDAS. Al momento de los reconocimientos Godoy no vaciló en señalar al ex director del penal, Abel Dupuy y a los carceleros Acuña, José Luis Peratta, Segundo Basualdo y al "Nazi" -tal como lo apodaban muros adentro- Raúl Rebaynera. Sobre éste último dijo que estaba "casi seguro" que fue quien lo sacó de su celda y lo llevó a los calabozos de castigo donde lo "torturó".

Sobre el final de su relato dejó su sensación personal: "No hay duda, la Unidad 9 fue un centro planificado para la destrucción de presos políticos".

Desde la primera fila del público lo acompañaba el dirigente nacional y fundador de la CTA, Víctor De Gennaro. Afuera lo esperaban sus familiares y compañeros de militancia. Las lágrimas y los perabrazos se repetían en cada rincón del hall de entrada al edificio.

–¿Cuál es su primera sensación tras la audiencia?
-Es una emoción muy grande poder realizar este juicio, poder testimoniar para que se haga justicia, que se una con la memoria y nos permitan vislumbrar un futuro mejor para todos los argentinos. No hay sociedad posible que se pueda desarrollar en la impunidad.

–En el tedeum del 25 de mayo monseñor Héctor Aguer dijo que en este tipo de juicios no está la verdad completa. ¿Qué opina de esos dichos?
–Aguer es un troglodita con un alto nivel intelectual, pero en términos de pensamientos y de concepciones concibe una sociedad de muchos siglos atrás. Por suerte en la sociedad argentina nos animamos a pensar para adelante y tratamos de abrir nuestras cabezas, no solo en nuestras capacidades intelectuales, sino para pensar que la única posibilidad de una sociedad plenamente justa es una sociedad para los que creen, como decía Carlitos Cajade, que Dios vive todos los días en esta tierra de los explotados, de los marginados y de los que queremos otra Justicia y una cultura en la que todos podamos tener acceso pleno. Por suerte en la Argentina, este pueblo  construyó las condiciones para que no haya impunidad, para que haya estos juicios que condenen a los genocidas, y este pueblo, más allá de que algunos les pese, va a construir el futuro que nos merecemos.

–¿Qué sintió al ver a los ojos a quienes lo torturaron?
–Era difícil mirarlos, porque nublaba mi vista la cara de los compañeros asesinados, de las madres y padres desaparecidos, de las hermanas, hermanos. Me pude recuperar, mirarlos sin odio, sinceramente, pero con mucho afán de justicia. Al poco tiempo de salir de la cárcel, en un partido de fútbol, me crucé con un torturador. Mi primera reacción fue golpearlo y mi segunda reacción fue poder informarme sobre él para poder canalizar mi bronca. La verdad que pude contenerme a esas reacciones primarias. Nos dimos tiempo, mucha paciencia, para que no haya venganza, sino justicia. En la justicia se puede pensar una sociedad plena. Nos dimos ese tiempo, valió la pena. Los que están ahí en el banquillo de los acusados, presos, los genocidas, nos encontramos cara a cara y pienso en lo que ellos harían de este lado, porque de este lado había dirigentes sindicales, cancilleres, científicos, cineastas, trabajadores, estudiantes, profesionales, pudimos realizarnos en nuestra vida con mucha gente alrededor. Triunfó la vida por sobre la muerte.

–¿Qué se lleva interiormente?
–Liviandad. Uno pudo explicar en un ámbito muy particular. Uno cuando hace un homenaje a un desaparecido, en la calle, en un acto, cuando se levanta a la mañana y sigue, le rinde tributo, pero este tributo es más grande, porque no es el tributo íntimo, individual. Creo que es el tributo de un pueblo, de una sociedad y eso tiene un gran valor.


 

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