domingo, julio 02, 2006

Chicha Mariani: "Siento que por primera vez puedo decir todo"



Buenos Aires, 2 de julio (Télam, por Rubén Furman). Fundadora de las Abuelas de la Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani recorre tribunales desde hace treinta años para encontrar a su nieta Clara Anahí, y este miércoles volverá a hacerlo cuando declare en el juicio que se sigue al ex comisario Miguel Etchecolatz en el Tribunal Oral federal de La Plata, el primero abierto tras la derogación de Obediencia Debida y Punto Final.

‘Siento que por primera vez puedo decir todo lo que sé y me guardé‘, dice esta mujer de 82 años que en noviembre de 1977 armó el primer grupo de abuelas con nietos desaparecidos por el terrorismo de Estado y lo comandó hasta 1989, cuando ya era mundialmente famoso.

Etchecolatz volvió hace diez días a la prisión de Marcos Paz a cumplir su condena por otros crímenes cometidos durante la dictadura y ahora esta siendo juzgado por más delitos, entre ellos el robo y cambio de identidad de la Clara Anahí Mariani Teruggi, que ya debe tener treinta años cumplidos.

Al que fue jefe de investigaciones de la Bonaerense cuando unas 2500 personas fueron secuestradas en La Plata también se lo juzga por cuatro asesinatos durante el allanamiento, en noviembre de 1976 a la casa del hijo de Chicha, Daniel Mariani, y su nuera Diana Teruggi, donde desapareció la nena de sólo ocho meses.

Escrita en un papelito, la denuncia del robo de esa bebé fue la que el 21 de noviembre de 1977 le entregó junto a otras doce abuelas en Plaza San Martín al secretario de estado norteamericano Cyrus Vance, enviado por el presidente Jimmy Carter a la Argentina. Luego, cuando ningún tribunal argentino aceptaba hábeas corpus, se la llevó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Su caso es apenas uno de los 500 por los que las Naciones Unidas la invitó más de quince veces a hablar ante la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra.

‘Siempre creímos que, pese al tiempo que ha pasado, era la justicia argentina la que debía aclarar esto. Y este tribunal me merece confianza‘, asegura Chicha Mariani, en cuya casa de un barrio platenss sin edificios vive rodeada de colaboradores de la Fundación Anahí, con la que investigó cuando el Estado no lo hacía y aun ahora, cuando -dice- ‘no se hace todo lo necesario‘.

Algunos de ellos la ayudan también a desplazarse porque sus grandes ojos azules ya no ven y ha debido resignarse a una realidad que la amarga pero no la paralizó: ‘cuando encuentre a mi nieta ya no podré verla‘, dice en un tono que nunca pierde firmeza.

Con el testimonio de esta semana será el quinto juicio en que la abuela Mariani declare: ya lo hizo ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, en el juicio contra Ramón Camps, en el Juicio de la verdad y en el juicio contra el marino Scilingo, en España.

Pregunta:-¿Qué dirá de nuevo que no haya dicho ya?
Respuesta:-Vamos a presentar por primera vez a testigos que vieron que mi nieta fue sacada viva debajo de su mamá, que la cubrió con el cuerpo cuando la ametrallaron durante un operativo contra su casa. El policía que la sacó fue incluso reconocido.

P:¿Qué espera que ocurra?
R:Algunas cosas ya ocurrieron. Hace quince días el juez federal (de La Plata) Hugo Coraza ordenó la detención de el ex policía Juan Fiorillo, con prisión domiciliaria. El fue el que mató a Felipe Vallese, luego fue de la Triple A y está implicado en el asesinato de Sajón y en el secuestro de Timerman.

P:¿Qué tiene que ver con su nieta?
R:El chofer de Etchecolatz, Hugo Guallana, que estaba en el lugar con su jefe y con Camps, dice que Fiorillo fue el que retiró a Clara Anahí en un auto policial luego de que se la entregara el que la había sacado debajo de mi hija Diana y le preguntó a Camps ‘qué hago con esto‘...

P:¿Cree estar más cerca de ese reencuentro?
R:No me quiero ilusionar. Cuatro veces pensé que podía ser y los análisis dieron negativos. Pero ahora creo que hay una punta firme.

P:¿Diría que este es un mejor momento para su búsqueda?
R:Diría que ahora hay gente que vence al miedo y se anima a contar cosas que ocultó. Y veo como algo positivo la derogación de las leyes que impedían la justicia.

P:¿No lo vincula a la posición del gobierno respecto de los derechos humanos?
R:-Creo que el gobierno ha hecho cosas pero no lo suficiente todavía, al menos con los chicos desaparecidos. En lo personal no le debo nada: todo lo nuevo en este juicio lo trajimos los familiares y las organizaciones. Hemos estado muy solos durante mucho tiempo.

P:¿Ahora también se siente sola?
R:Mucha gente nos rodeó todos estos años. Hablo del Estado, de las autoridades. Yo no soy enemiga del gobierno pero tampoco estoy a favor. Este es un país enfermo de impunidad todavía, con mucho dolor y un cáncer tapado con una gasa. Parece que esperan que nos muramos para terminar con el tema.

P:¿Cree que estén especulando con eso ahora?
R:Hablo en general. También ocurre que mis tiempos se agotan. Tengo 82 años y estoy ciega. Si encuentro a mi nieta ya no podré verla. Y entonces me enojo, me enojo... (Télam).-

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